Sonando de fondo Attention de Charlie Puth

Hace muchísimo tiempo que no pasaba por aquí y dejaba que las palabras fluyeran, llamémoslo flojería, falta de tiempo o de inspiración, pero hoy Facebook me ha recordado una publicación y ha activado otra vez el modo «suelta todo lo que se te ocurra».
Por una vez, me ha costado mucho más buscar un título a la publicación que redactar todo el post en si mismo, es más, en este momento todavía está en el borrador, sin título y sin música de fondo, bueno, música haberla hayla pero no es la que hace de base a todo el gazpacho de palabras.

Según la Wikipedia:

Un punto de inflexión, en una función matemática, es un punto donde los valores de una función continua x pasan de un tipo de concavidad a otra. La curva «atraviesa» la tangente. Matemáticamente la derivada segunda de la función f en el punto de inflexión es cero​, o no existe.

Vamos, lo que viene siendo el típico comentario: «mi vida es una montaña rusa, con sus subidas y bajadas»

Este recuerdo que hoy Facebook saca del fondo de las publicaciones anteriores, con las horas, días y meses pasados, y echando la vista atrás, se puede decir que ha sido un punto de inflexión en mi vida; un punto que no tiene que ser ni bueno ni malo ni todo lo contrario, pero ahí está.
Ese punto ha provocado nuevas actitudes, pensamientos, acciones y formas de ver la vida; en general, ha definido nuevas experiencias, de las cuales, todas aportan positivamente granos de arena en el frasco de la vida. Dejando a un lado momentos más personales y/o nuevos retos laborales, uno de los efectos colaterales ha sido el volverme a encontrar con mi otra mitad.

Todo el mundo dice que tiene a alguien cercano con quien se siente mayormente identificado, llamándose en la mayoría de los casos «almas gemelas»; dada mis maneras de ver la vida y vida después de la vida…..hay gente que dicen que tienen alma, otros lo llaman espíritu, y otros, energía; pero en el fondo, todo el mundo coincide en que además del cuerpo, existe «algo más».
Yo soy partidario de la idea que, una vez que nuestra vida terrenal pasa a un segundo plano, nuestro «yo», deambula hasta encontrar otro cuerpo donde volver a vivir, que puede ser en otro lugar distinto al anterior y evidentemente en otra época. Pero rodeado de otros «yos» con los que empiezas a recorrer el tren de esta nueva vida.
Es en esta nueva vida, cuando si tienes la suerte de encontrarte con otra «energía» con la que hayas coincidido anteriormente, se provoca esta conexión especial; que no tiene por qué ser única, si te encuentras con más entes anteriores.

En mi caso, nunca antes en 39 años había tenido una conexión tan fuerte con alguien, como con esta otra mitad; ya no es solo vernos y saber qué estamos pensando, o plantear algún comentario sabiendo de antemano la respuesta del otro; es incluso saber cuándo debemos llamarnos porque a algun@ le ocurre algo; y evidentemente echarnos la bronca por acciones que al otro no nos gusta, o recriminarnos faltas de tiempo
Con kilómetros de distancia y sin habernos visto físicamente en esta vida, es prácticamente imposible esta conexión sin antes haber llegado a coincidir.

Moho y musgo, uña y carne, zipi y zape, Jean Grey y Cíclope….

Por esto mismo lo he definido como «volverme a encontrar con mi otra mitad«, porque, en mis ideas raras y extrañas de definir la vida y nuestro paso por la misma, mi otra mitad y yo nos hemos debido de cruzar más de una vez; pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión….

Por cierto, para darle más emoción al destino, el modo aleatorio de Spotify ha querido terminar el post sonando la canción de Bombai y Bebe